PUNTÍ & BUNBURY AL POBLE ESPANYOL - FESTIVAL GREC 2000



Bunbury + Adriá Puntí.19.07.2000. Pueblo Español (Barcelona)

Distanciados pero cercanos. La raya que separa a Enrique Bunbury y Adrià Puntí es más bien delgada. Ambos son histriónicos y febriles, comparten un innato interés por experimentar, un modo muy personal de entender la música y tras una desigual trayectoria liderando Héroes del Silencio y Umpah-Pah, respectivamente, han dado un cambio de rumbo hacia el individualismo. Sus personalidades se encontraron el pasado miércoles en el Poble Espanyol, una cita, en la que interpretaron dos canciones juntos, ante 3.000 personas, la mayoría seguidores del aragonés. Puntí sigue siendo para minorías. Como estaba escrito, abrió el gerundense. Puntí, con un repertorio centrado en Pepalallarga i ... y L'hora del pati se mostró comedido, alejado de sus excesos habituales, escénicos y vocales, arriesgando menos que de costumbre, quizá porque su propuesta se ajusta mejor a teatros que a escenarios al aire libre o porque su voz, pasto de excesos, le decía: "Basta".
Se vio un Puntí, por lo general, eléctrico, inspirado a veces -Miau, Jeu, Ull per ull, Muriel y No em toquis la pampa - y al borde del precipicio en otras, principalmente en el bis de Coral.lí , abucheado por una parte del público, deseoso de ver a Bunbury; un Puntí que en apenas 50 minutos también tuvo tiempo de echar la vista atrás para cantar partituras de Umpah-Pah -"el grupo en el que estuve antes de ir en solitario", dijo Puntí, sin que de su boca saliese el nombre de la banda-, concretamente Joc d'ous, Nina y New years day , el clásico de U2 al que da la vuelta una noche tras otra. Y en eso apareció Bunbury posturitas varias , ataviado con traje y chaleco de color rojo kitsch , como si se tratase del primo de Raphael o Santiago Segura en Muertos de risa , el filme de Alex de la Iglesia . Todo el histrionismo que Puntí se dejó en el camerino, lo recogió el excantante de Héroes. En casi una hora y media su Pequeño cabaret ambulante dio para bastante, hasta para descolocar al público, que una y otra vez no cesaba de pedir al cantante que interpretase el repertorio de su antigua formación ante tanta eclosión de sonidos "bastardos".
(Crònica escrita per Jordi Subirats -El Periódico)